Nunca es tarde

Nunca es tarde para empezar de cero,
para quemar los barcos,
para que alguien te diga:
—Yo sólo puedo estar contigo o contra mí.

Nunca es tarde para cortar la cuerda,
para volver a echar las campanas al vuelo,
para beber de esa agua que no ibas a beber.

Nunca es tarde para romper con todo,
para dejar de ser un hombre que no pueda
permitirse un pasado.

Y además
es tan fácil:
llega María, acaba el invierno, sale el sol,
la nieve llora lágrimas de gigante vencido
y de pronto la puerta no es un error del muro
y la calma no es cal viva en el alma
y mis llaves no cierran y abren una prisión.

Es así, tan sencillo de explicar: -Ya no es tarde,
y si antes escribía para poder vivir,
ahora
      quiero vivir
                   para contarlo.


Un poema excelente de Benjamín Prado sobre lo que somos, es decir, sobre nuestra existencia.

Comienza la composición con tres estofas que desarrollan, en una anáfora inicial, el título.

Y este es una sentencia firme, popular y habitual, contundente… hay tiempo para acabar y empezar, viene a decir (a través de un conjunto de frases hechas bien traídas). Es curioso el uso de la impersonalidad en la glosa del nuncaestarde (del siemprehaytiempo, en positivo), alternando con la segunda persona del singular, también con valor impersonal en el español coloquial.

La segunda mitad del poema incide en la puesta en acción, en ponerse manos a la obra (siguiendo en la línea coloquial del poema), en reinventarse (siguiendo una expresión hoy habitual; cambiar con la vida, adaptarse al momento vital… luchar y, por lo tanto, vivir).

Las frases hechas dejan lugar a metáforas muy conseguidas, donde el tono es esperanzador y bueno (el sol, la puerta, la calma, las llaves).

Evitando la posible paráfrasis, los versos finales son una declaración existencial honesta y digna, un firma y sello genial de todo lo dicho antes.

Gracias, Joseantonio.

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