Por ejemplo, domingo

Es tiempo de bendecir la química y sus misterios:
el duradero efecto de la droga
que me diste a probar algunas madrugadas;
desvelo de más de mil días
y una única noche que aún se extiende.

Estoy habitando esta casa
que me ofrece desnuda el ritmo de las cañerías
o el crujido de la madera cuando respira,
donde no hay olor ni penumbra que me sea ajena.

Por conocer, conozco hasta los gestos de tu perro sin raza,
la manera en que nos mira
cuando sabe que comienza la fiesta del cuerpo,
de la que volverá a quedarse fuera.

Cuando de paso hacia la cocina
me enganchas por la manga o la coleta y nos medimos
y celebro en tus ojos canallas lo irremediable:
sólo un baile y terminarás llevándome
a la calma.

Un poema de Maribel Tena (que nos vuelve a recitar su propio poema, y se lo agradecemos mucho), dividido en cuatro estrofas, de asunto amoroso, y desarrollado en una especie de presente continuo -indicio de que el amor es del bueno- donde se vive, se siente y se ama.

En la primera estrofa, el yo poético, la primera persona amada y amante, hace presente el placer que le produce el amor, como acto físico y real.

En la segunda estrofa, el presente es la amante en el lugar donde se concreta el amor, en una imagen sugerente y sensual.

En la tercera estrofa, aparece otro elemento del presente, donde no pasa el tiempo, pero sí el amor. La cotidianeidad, donde surge el amor, que es lo extraordinario.

La cuarta estrofa sigue en ese presente del amor, donde dentro de lo habitual, de lo diario, por sí y por gusto, aparece el encuentro amoroso.

Una poesía muy sugerente, muy erótica, en el sentido de presentar el hecho amoroso, el encuentro entre amantes, con gusto, con delicadeza, encontrando palabras y combinaciones de ellas en estado de gracia….

Este comentario es solo un esfuerzo por no hacer paráfrasis de una composición que se vale por sí misma para hacer una proclamación de la fiesta del amor, dentro de la rutina y del día a día que vivimos.

Gracias, Maribel.

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