Rima XXV
Cuando en la noche te envuelven
las alas de tul del sueño
y tus tendidas pestañas
semejan arcos de ébano,
por escuchar los latidos
de tu corazón inquieto
y reclinar tu dormida
cabeza sobre mi pecho,
diera, alma mía,
cuanto poseo,
¡la luz, el aire
y el pensamiento!
Cuando se clavan tus ojos
en un invisible objeto
y tus labios ilumina
de una sonrisa el reflejo,
por leer sobre tu frente
el callado pensamiento
que pasa como la nube
del mar sobre el ancho espejo,
diera, alma mía,
cuanto deseo,
¡la fama, el oro,
la gloria, el genio!
Cuando enmudece tu lengua
y se apresura tu aliento
y tus mejillas se encienden
y entornas tus ojos negros,
por ver entre sus pestañas
brillar con húmedo fuego
la ardiente chispa que brota
del volcán de los deseos,
diera, alma mía,
por cuanto espero,
la fe, el espíritu,
la tierra, el cielo.
______________________________________________________________________________ Un poema genial de Gustavo Adolfo Bécquer, sobre todo por su intensidad emocional y lírica.
Esta composición se estructura en tres estrofas (iniciadas por una anáfora), que hablan de diferentes situaciones expuestas por el poeta en las que se desenvuelve el tú poético (curiosamente, no hay ninguna marca de género), motivo de adoración amorosa por parte del yo poético (como no puede entenderse de otra manera).
Las situaciones presentadas son el sueño del sujeto amado, su sonrisa y su mirada (tópicos genuinos de la lírica amorosa), a las que el autor dota de unas cualidades y una capacidad de sugerencia que solo un enamorado puede intuir.
Y cada una de estos momentos y actos vitales del tú poético provocan en el enamorado el deseo de entrega total, de una vehemencia hiperbólica de expresión poética perfecta.
Una maravilla de poesía, que presenta la explosión emocional del amor de un enamorado puesta en impecables palabras.
Gracias a Cinta del Castillo, compañera nuestra, por su lectura.