Salmo 23


El Señor es mi pastor, nada me falta;
en verdes pastos me hace descansar.
Junto a tranquilas aguas me conduce;
me infunde nuevas fuerzas.

Me guía por sendas de justicia
por amor a su nombre.

Aun si voy por valles tenebrosos,
no temo peligro alguno,
porque tú estás a mi lado;
tu vara de pastor me reconforta.

 
Dispones ante mí un banquete
en presencia de mis enemigos.

Has ungido con perfume mi cabeza;
has llenado mi copa a rebosar.

La bondad y el amor me seguirán
todos los días de mi vida;
y en la casa del señor
habitaré para siempre.


El Salmo 23 (un salmo es una composición poética cantada de alabanza al Señor; por lo tanto, se trata de un texto religioso o litúrgico) pertenece al Libro de los Salmos, atribuido al rey David, dentro del Antiguo Testamento de la Biblia.

De entre todos los salmos, el Salmo 23 es sin duda uno de los más conocidos (por el número de referencias que se le hacen) y apreciados, y de alguna manera ha trascendido su esencia religiosa para convertirse en un hito cultural.

Este poema se compone de una alegoría donde se desarrolla la figura del pastor y del anfitrión, del Señor que cuida de sus fieles  y del pastor y del anfitrión que cuida de su propiedad y de su invitado, con amabilidad y hospitalidad.

El encanto de esta poesía está en su belleza lírica, en la sencillez de sus componentes y en la profundidad de su mensaje. Hay que recordar, también, el valor lenitivo, reconfortante, de consuelo y de curación espiritual que pueden tener los textos sagrados.

Gracias a Antonio M. una vez más por su lectura.

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