Rima XXIV

Dos rojas lenguas de fuego
que a un mismo tronco enlazadas
se aproximan y, al besarse,
forman una sola llama.
 
Dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan.
 
Dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata.
 
Dos jirones de vapor
que del lago se levantan
y, al juntarse allá en el cielo,
forman una nube blanca.
 
Dos ideas que al par brotan;
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden;
eso son nuestras dos almas.

______________________________________________________________________________Un poema de G. A. Bécquer compuesto de cinco estrofas breves, muestra de la genialidad literaria de este autor.

Las cuatro primeras estrofas cuentan con sendas imágenes físicas (tres visuales y un sonora) que explican el hecho de la fusión material (natural y observable) de dos elementos en uno solo (donde, por otra parte, ya aparece la terminología erótica).

En la quinta estrofa, los elementos que se fusionan ya pertenecen a la pareja de amantes protagonistas (y de la que forma parte el poeta), y en concreto sus almas, como elemento inmaterial y esencial y mejor de una persona, como imagen suprema de la concreción del amor.

Una expresión sintáctica excelente, donde las imágenes se recogen en enunciados breves y perfectos, una selección léxica soberbia y una sonoridad poética concebible solo en la mejor de las composiciones líricas.

El amor y su expresión al más alto nivel.

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