Sosiego / Carta a la madre (a propósito del Día de la madre)

SOSIEGO

Antes de abrir los ojos, el oído percibe la palabra.
Matices que resuenan en la pared de agua
como celebración frente al silencio.
Sobre el líquido amniótico, armonía,
rama que balancea la vida a solas
como después se encontrará tu mundo.
 
Antes de que despiertes, entre llantos y luces,
tras una voz que arrastra la sensación de frío,
llega el cobijo dulce de las manos
que con ternura calman la intemperie primera.
 
Gratis el alimento que rezuman ríos de leche y miel,
el mundo está bien hecho mientras el seno colma
la indefensa ansiedad de los principios.
 
Naciste, ya lo sabes, con la voz como fondo:
es tu primer recuerdo del sosiego.
 
Es lo que avanza siempre abriéndote caminos.
Es tu eterna extrañeza.
Tu sólida defensa ante lo extraño.



CARTA A LA MADRE

No sé quién de los dos se irá primero,
porque con eso de los virus y del estrés
nada es seguro.
Pero quiero que sepas
que lo hiciste muy bien,
con aciertos y errores,
asediada por demonios y ángeles
cortados por un mismo patrón,
con las manos y el corazón
dispuestos a ayudarme,
y no siempre lo merecía,
tú lo sabes.
 
No sé cuál de los dos
se quedará más tiempo aquí
y pensará en el otro
cada día.
 
Si fueras tú,
una cosa te pido:
deja que mi recuerdo
no te nuble la vida
por completo.
 
Dime que alguna luz seguirá iluminando
tu semblante, tus gestos,
tu mirar todavía encendido,
para que yo pueda vivir
dentro de ti,
como lo hacía en el 63,
cuando se fueron el papa Juan
y el papa John.
 
Seguro que te acuerdas.

Dos bellísimos poemas que sirven para honrar la celebración del día de la madre, con un tratamiento diferente del hecho de la maternidad -esa relación vital tan especial y determinante entre la madre y su hijo.

En el primero -de autor no conocido- una tercera persona lírica habla a y reflexiona -dirigiéndose al recién nacido (!)- sobre la relación maternofilial anterior al nacimiento y en los primeros momentos de la vida -donde, además de la supervivencia proporcionada por la madre, se produce el contacto con la voz de la mamá, que el bebé conoce desde antes de nacer y que le produce calma y sensación de refugio.

En la segunda poesía -del poeta y docente Ángel M. Silva, de su libro De mundos descatalogados-, el yo poético se dirige a su madre para reconocerle su esfuerzo hacia y su amor dado a su hijo. En la segunda estrofa, la poeticidad aumenta; el yo hijo poético, tal es el amor muto, desea continuar viviendo dentro de la madre, como un recuerdo muy hermoso.

Gracias a Mamen Pérez, compañera de nuestro Centro -en la imagen, con su hija, Carmen- y a Ángel -también compañero de nuestro Centro- por los vídeos de su lectura (Ángel leyó su composición en la presentación de De mundos descatalogados en la Feria del Libro de Badajoz del 2024, estando su madre presente como público).

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