Yo no entiendo la vida
Yo no entiendo la vida, pero algo en mi pecho la entiende cuando veo al sol hacerse música en la yerba, cada nota de oro titilando en el fresco rocío, cuando irisa el ala de la abeja; si respiro el olor de una rosa y un establo; si el pino sangra oro de su herida; en la luz de la miel y del aceite; en la rosa de espuma que florece del manantial contra la oscura piedra; en el negro abejorro que se encorva sobre la flor con trémula impaciencia; si me embriago en compañía cierta y entonces recupero la memoria.
Un poema de Miguel Ángel Velasco paradigmático en su contenido lírico y su expresión poética, en las figuras retóricas y en la sonoridad de sus versos.
El yo poético se presenta a sí mismo como un ignorante, ante el gran misterio del mundo, pero siente (hasta aquí, todo muy poético), ante la contemplación del espectáculo que es la naturaleza, que está dispuesto a ser sentido y disfrutado por quien tenga sensibilidad (¿poética?, ¿biológica?) para ello.
A este mundo sentido y placentero en su percepción, se añade, para completar el contenido lírico de la composición, otra figura humana, que produce igual placer y un plus de conciencia en el yo poético.
Un buen ejemplo de poesía sobre la belleza de lo que nos rodea y que está para que la sintamos, acompañados, si puede ser, de alguien más.