Aviso de caminantes.

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En la suma de días indistintos
 que la vida da al hombre, acaso hay uno
 en que el destino, trágico y hermoso,
 pasa por nuestro lado y el azar manifiesta
 una insólita luz, un desusado
 fulgor inconfundible.
 Pero no has de dudar. Ten el coraje,
 cuando llegue el momento,
 de abandonar las cosas con que siempre
 te engañó la costumbre, y sube pronto
 a ese carro de fuego.
 . .. .. .. .. ... .. .. .. .. .. Poco dura
 el milagro.
 . .. .. .. .. ... . Después, si te negaras
 a partir, sólo noche
 merecerás. Y nunca, aunque quisieras,
 podrás comprar la luz que despreciaste.

 

A partir de un sugerente título, el poeta Eloy Sánchez Rosillo se atribuye el derecho o el deber de avisar a otros humanos; y desarrolla una hipótesis –al parecer, muy probable-: habrá un momento en nuestra vida que será especial, un regalo del destino (un amor, un trabajo, una vida, un futuro, algo, alguien,…).

Y dirigiéndose a un tú, le conmina a que no deje pasar esa oportunidad (nos movemos entre palabras, no entre hechos –y, sin embargo, qué exactitud en la expresión poética, cómo entendemos lo que el autor pretende decir).

En una tercera parte del poema  -marcada por la ruptura gráfica en los versos-, el final será malo si no aprovechamos nuestro momento; también esto es una triste advertencia.

Nos tenemos que quedar con ese momento que se nos presentará, ser capaces de sentirlo y de aprovecharlo. Espabilemos y seamos valientes (qué bella imagen subir a un carro de fuego).

Coge tu destino entre tus manos.

 

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