Bright star / Brillante estrella


Bright star, would I were stedfast as thou art—
         Not in lone splendour hung aloft the night
And watching, with eternal lids apart,
         Like nature’s patient, sleepless Eremite,
The moving waters at their priestlike task
         Of pure ablution round earth’s human shores,
Or gazing on the new soft-fallen mask
         Of snow upon the mountains and the moors—
No—yet still stedfast, still unchangeable,
         Pillow’d upon my fair love’s ripening breast,
To feel for ever its soft fall and swell,
         Awake for ever in a sweet unrest,
Still, still to hear her tender-taken breath,
And so live ever—or else swoon to death.

(Si yo fuese inmortal, brillante estrella, / como lo eres tú. Pero no como tú: / solitaria en la noche, / con ojos siempre abiertos, / contemplando, / como impasible e insomne eremita del cielo, / la grávida cadencia de unas aguas lustrales, / que acarician y / limpian la tierra de los hombres; / o mirando la máscara de nieve / que suavemente cubre / las desiertas montañas y los páramos. / Como tú, inmortal e inmutable, / pero estar recostado en su regazo, / y sentir para siempre su respirar suave, / y velar por mi amor ya para siempre / con una leve y dulce inquietud. / En silencio y en calma oír su tierno aliento. / Pero mejor morir / si no me es dado así vivir eternamente.)

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El último poema del poeta romántico británico John Keats, que cumple con los rasgos y los requisitos de esa etapa literaria.

En la primera parte de la composición, el yo poético se quiere identificar y no se quiere identificar con una estrella (en la noche, en la soledad, en la contemplación), a la que describe muy bellamente y junto a ella al mundo (!).

A mitad de la poesía, sigue con ese deseo de identificación, en su inmortalidad e inmutabilidad –todo cambio puede ser para peor, y más si se tiene en cuenta que el poeta estaba a un paso de morir-, en contacto con el sujeto amado, que aparece perfectamente poetizado (el regazo y la respiración), así como una relación idealmente sublime.

Los dos últimos versos ensombrecen el deseo romántico, la melancolía aparece y la realidad es la que es.

Un bellísimo poema sobre el deseo amoroso –esa fuerza humana liricalizada hasta el extremo y que se celebra ahora- y sobre la realidad que a veces se opone a su concreción.

Gracias a Olga Herreros de Tejada, compañera de Inglés de nuestro Centro, por la lectura en inglés de este texto.

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