Copla a la muerte de su padre
Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando; cuán presto se va el placer; cómo después de acordado da dolor; cómo a nuestro parecer cualquiera tiempo pasado fue mejor.
Una joya entre las joyas; la primera copla de las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique (aunque alguien ha salido recientemente diciendo que fue su padre el autor, en una especie de autoelegía o autohomenaje).
El poeta inicia este monumento literario con un aviso directo al lector (u oyente); sé consciente, de la brevedad de la vida, de la inexorabilidad de la muerte, del fin del placer y del dolor que conlleva junto a sí… Es difícil de comentar unas palabras poéticas que solo merecen su goce literario y estético.
Y para acabar, lo que ha quedado como una máxima en la cultura española, todavía vigente como objeto de reflexión: ¿es una experiencia común pensar que lo pasado (el pasado de cada uno), lo vivido, quizás en un autoengaño psicológico, ensombrece a un presente o a un futuro aún peor? Ahí queda eso.
En alusión a quien haya vivido la experiencia –personal e intransferible- de la muerte de un ascendiente.