Dejadme (a propósito del Día de la madre)

Dejadme
como cuando nací desnuda
y sola, vacía de palabras,
sólo aire en el pecho,
y en mis venas corrían los cursos de un arroyo.
Que vuelvan a su origen
los gestos usuales
y que al abrir mis ojos
sólo penetre en ellos
 un punto de luz pura.
 
Que por la enredadera de las horas
se pierdan
mi memoria y mi nombre.
Que el tacto de las rosas me
abandone en la tarde,
y en la humedad del alba
retorne nuevamente al olor de las juncias.
Dejad que sin zapatos siga andando
y regrese
de muy lejos al pecho caliente de mi madre.

Un poema de María Victoria Atencia -poeta española incluida dentro de la Generación de los años 50-, donde, dirigiéndose a todos y a nadie, hace con versos una petición retórica, pide un permiso rogado al aire, de un deseo de una especie de regresión vital extrema, de vuelta de donde está al punto de partida.

El olvido, la marcha hacia atrás hasta llegar a un momento de amor absoluto y perfecto -soñado, añorado e imaginado por muchos-.

Puro lirismo, intimismo, emocionalidad subjetiva y delicada en palabras bellísimas, y entendible por los lectores; una expresividad apabullante.

Gracias de nuevo a M.ª Angustias García, compañera de nuestro Centro, por su lectura de esta composición.

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