El poeta
¡Tú más alto, poeta, que los reyes, tú, cuyas santas leyes son las de tu conciencia y sentimiento; que a penetrar el pensamiento arcano osas alzar tu noble pensamiento, del mismo Dios, en tu delirio insano! ¡Y sientes en tu espíritu la grave, maravillosa música suave, y del mundo sonoro la armonía! ¡Qué ineficiente y fría sientes vil la palabra a tu deseo, y en vértigo perpetuo y devaneo, y en insomnio te agitas y en pos de tu ansiedad te precipitas! ¡Que ora tras la esperanza, que acaso finges, tu ilusión se lanza, ora piedad imploras y con la hiel de los recuerdos lloras, ora desesperado desafías rebelde a Dios y en tu rencor porfías!! ¡Álzate, en fin, y rompe tu cadena, y el alma noble y de despecho llena a las regiones célicas levanta y rueden en montón bajo tu planta los cetros, las tiaras, las coronas, la hermosura y el oro, el barro inmundo, cuanto es escoria y resplandor del mundo y en tu mente magnífica eslabonas!
Un fragmento poético de Espronceda.
Una exaltación del poeta, así, no más; una exaltación pasional, hiperbólica, desaforada, de las cualidades y fines del que escribe versos, del creador (casi el superhombre nietzscheano, según se dibuja aquí), y ser especial entre los especiales.
Un poema metapoético, en cuanto que su creador habla de un poeta (que si no de sí mismo, de a quien él mismo debería seguir como imagen y modelo)
En fin, un ejemplo de poesía romántica, de deseos bravíos, de sentimientos y de anhelos, sin medias tintas, bellamente escritos.
Recitado en la página web de nuestro Instituto por Juan Fernández, Jefe de Estudios. Gracias por tu trabajo durante estos años.