Es hielo abrasador…
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Este es el niño Amor, este es su abismo.
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!
______________________________________________________________________________ Un soneto de Francisco de Quevedo que consiste en la definición lírica del amor, como sentimiento humano (asociado a una relación dentro de una pareja, real o pretendida). En busca de la universalidad de esta atracción emocional, el lector se ve incluido -por el autor- y conocedor de lo que se habla, presente con el pronombre nos.
Formalmente, el poema es un conjunto de proposiciones atributivas que contiene paradojas y oxímoros; es decir, tiene una naturaleza paradójica, unas cualidades contradictorias -como pasión poderosa- y unos efectos no bien deseados, como la soledad y males varios.
La poesía es un juego recreativo literario/lingüístico y de ideas, un divertimento de contrarios, hecho con virtuosismo barroco.
Por último, en el segundo terceto, aparece el amor como divinidad pagana, cuya presencia tangible insiste en esa fatalidad (como esencia primordial) de la experiencia amorosa.
Gracias a Alberto Barrera, alumno de nuestro Centro e hijo de una compañera nuestra, por su lectura.