Primavera
Ámame, primavera, en esta tarde en que el sol es un pájaro cautivo que revuela en la jaula azul del cielo. Oh, dime, primavera, si este dócil aire que expira dulce entre mis manos sólido y tan suave como el pliegue flotante de la túnica de un ángel, anuncia tu llegada presentida. Ámame, primavera, en esta hora inacabable, cuando un carro lento gime por el camino en cuesta, torpes los viejos mulos bajo el sol y el látigo. Hay una calma que el cuerpo adormece y una secreta ansia arrolladora que sueña con besar húmedos labios en los morados lirios entreabiertos. Ámame, primavera, en esta hora en que toco la seda de la tarde, en esta hora virgen que se escapa, ven y enciende tu antorcha de perfumes en mis ojos que anhelan tu venida.
Un poema de Pablo García Baena sobre la estación del año más lírica (aunque también hay poemas del verano, del otoño y del invierno). La etimología de esta palabra parece ser primer verano, pues se consideraba el antecedente del estío.
Esta composición se estructura en tres estrofas, iniciadas por la anáfora Ámame, primavera,… una invocación a gozar del disfrute que este tiempo ofrece al yo poético.
La primera estrofa es una delicia poética, con las metáforas del sol y del ambiente primaveral.
La segunda estrofa desarrolla una imagen y un estado personal muy logrados y de gran nivel literario.
En la tercera estrofa, se continúa con la descripción, con una sinestesia genial
Una conjunción de las cualidades, de las sensaciones y de la sensualidad que despierta, magistralmente poetizadas por el autor.