Seré nadie y seré olvido / No saber / Morir


SERÉ NADIE Y SERÉ OLVIDO


Seré nadie
y seré olvido.
Los copos de nieve
del invierno helado
limpiarán, suaves,
los restos del tiempo
atado a otras vidas
con eslabones,
que se irán rompiendo.


Seré nadie
y seré olvido.
Mi presencia se irá desvaneciendo.
La lluvia fina borrará la huella de mis pisadas,
los besos de mis recuerdos.
Arrebatarán las olas a la arena
los dibujos de mi cuerpo.


Seré nadie
y seré olvido.
De haber sido, sólo quedará el amor…
El amor se quedará en el aire
suspendido…,
será un ángel para nuestros hijos.
El amor no muere,
se impregna en todo,
fundido
vive en la naturaleza…,
su cómplice y compañera.


Seré nadie
y seré olvido,
pero mi amor permanecerá,
saltará generaciones…,
rezumará por la tierra…
Y esta ilusión de infinitud
no será un delirio.



NO SABER
 
 
Sólo la muerte dice con franqueza
-y no a quienes con ella se van: únicamente
a los que aquí se quedan tras su paso-
que algo se terminó. Todos los otros
sucesos y avatares esconden el secreto
de su final, que pasa inadvertido
al corazón y al ojo. Por fortuna, no hay
certidumbre del punto en que una cosa se acaba:
conocer hasta el fin siempre es dolor.
 
Así teje la vida
los días y las noches del existir. Y en ese
piadoso no saber, en esa trama de
compasiva oscuridad,
no falta nunca el hilo luminoso
de la esperanza.



MORIR
 
 
Morir es no volver a estar
a la misma hora,
en los mismos lugares,
con las mismas personas.
 
No aparecer, cada mañana,
como esa gran luz nueva
disuelta entre las cosas;
dejar interrumpidos los trabajos,
los viajes en punto muerto.
Ajenos a los mares y a los astros.
 
Morir es estar quietos, sordos,
ciegos, mudos, desaparecidos,
desconectados de todos y de todo,
de nosotros también;
no regresar a casa nunca más.
 
No emitir ya señales, recibirlas tampoco.
Morir es no volver.

“Seré nadie y seré olvido” es un poema de Julia Poveda -poeta alicantina, docente de profesión, con vínculo con la escritura sobre todo a partir de su retiro laboral; según ella misma “Escribir es un ejercicio catártico y de comunicación profunda con los demás y con uno mismo”.

En primera persona, la poeta presenta su propia reflexión sobre su propia muerte; el paso del tiempo ausente, la separación de los demás, bellamente poetizados con las imágenes de la nieve y la lluvia que limpian…; pero algo pervive, el amor, el gran sentimiento que tiene como rasgo su carácter de superexpansivo en el tiempo, frente a carácter limitativo del hecho de morir. Unas hermosas palabras que reconfortan.

“No saber” es un poema de Eloy Sánchez Rosillo -poeta murciano de vocación temprana, de una gran obra publicada en cantidad y calidad.

En la primera parte del texto, hay un intento poético de la definición de la muerte; su rasgo es el fin, el acabamiento de la vida, que va acompañado del dolor y de la pena de quien observa ese fin. Y en esa incertidumbre de la llegada del final -ese no saber del título-, que caracteriza a la vida, aparece un rasgo humano, la esperanza, la expectativa de algo bueno, que dulcifica la existencia.

“Morir” es un poema de Ángel Guinda -poeta aragonés recientemente fallecido; este año se publica Vida ávida: Poesía reunida, 1970-2022, querecoge los textos elegidos por el autor.

A partir del título -el sujeto de una serie de oraciones atributivas que contiene el texto-, se desarrolla una descripción pausada y calmada, lenitiva, de la muerte como proceso, que afecta al cese de toda actividad cotidiana, el término de la presencia en la misma rutina vital; la imagen poética más dura es no volver, el no repetir y el no insistir en el empeño de la vida. Una sencillez lírica de una belleza insuperable.

La noche del 1 de noviembre se celebra el Noche de los Difuntos, donde se honran a los seres queridos fallecidos, y donde se pone de manifiesto la dualidad entre la vida y la muerte, la reflexión sobre la muerte y la relación con los muertos. El misterio de la muerte junto al misterio de la vida.

En la imagen, aparece el personaje Roy Batty de la película Blade Runner -de Ridley Scott, 1982-, en el momento justo de fallecer; es un replicante -ser humano artificial creado para diversas funciones- que desarrolla emociones, entre ellas la consciencia sobre su vida y su muerte; una aproximación artística excelente a la esencia de nuestra existencia y a su fin.

Gracias una vez más a Manuel Gordillo y a Sergio Santos, compañeros de nuestro Centro, y al poeta zaragozano de origen extremeño Fran Picón por la lectura de estas composiciones.

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