Solo tu amor y el agua



Solo tu amor y el agua… Octubre junto al río
bañaba los racimos dorados de la tarde,
y aquella luna odiosa iba subiendo, clara,
ahuyentando las negras violetas de la sombra.
Yo iba perdido, náufrago por mares de deseo,
cegado por la bruma suave de tu pelo.
De tu pelo que ahogaba la voz en mi garganta
cuando perdía mi boca en sus horas de niebla.
 
Solo tu amor y el agua… El río, dulcemente,
callaba sus rumores al pasar por nosotros,
y el aire estremecido apenas se atrevía
a mover en la orilla las hojas de los álamos.
Solo se oía, dulce como el vuelo de un ángel
al rozar con sus alas una estrella dormida,
el choque fugitivo que quiere hacerse eterno,
de mis labios bebiendo en los tuyos la vida.
 
Lo puro de tus senos me mordía en el pecho
con la fragancia tímida de dos lirios silvestres,
de dos lirios mecidos por la inocente brisa
cuando el verano extiende su ardor por las colinas.
 
La noche se llenaba de olores de membrillo,
y mientras en mis manos tu corazón dormía,
perdido, acariciante, como un beso lejano,
el río suspiraba…
 
Solo tu amor y el agua…

Un poema del poeta cordobés Pablo García Baena –perteneciente al Grupo Cántico-, una excelente composición lírica de una belleza literaria sobrecogedora.

Como dicta el canon, el texto es la muestra de una intimidad sentimental y emocional del autor/sujeto poético, que recuerda con delectación un momento vital sublime en un locus amoenuset amorosus– impecable.

En la memoria de esta situación yo / tú y lo que nos –un nosotros maravilloso aparece- rodea, hay una presencia de la sensualidad más delicada –de los cinco sentidos, de todos-, tanto del encuentro amoroso como del entorno natural donde se desarrolla.

La sonoridad, el léxico y la sintaxis hacen de esta poesía una obra perfecta.

Gracias, otra vez, a Gloria Jaramillo por su lectura.

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