Y si no puedes hacer tu vida como la quieres, en esto esfuérzate al menos cuanto puedas: no la envilezcas en el contacto excesivo con la gente, en demasiados trajines y conversaciones. No la envilezcas llevándola, trayéndola a menudo y exponiéndola a la torpeza cotidiana de las compañías y las relaciones, hasta que llegue a ser pesada como una extraña.
Otro poema de Kavafis. Otra lección de vida, que es lo que dan los buenos poetas.
Dirigiéndose a un tú poético, ante la posibilidad de una viva no vivida con éxito (éxito y fracaso son engaños lingüísticos y vivenciales), a pesar de eso, todavía es posible la dignidad, afirma el poeta.
La dignidad personal, quizás la soledad, frente a una entrega a los demás errónea, inútil o superficial; el precio de la entrega a y de la relación mal llevada con los demás puede llevar a una frustración mayor que una vida no vivida a gusto consigo mismo; sin querer caer en una profundidad absurda y pedante, corremos el riesgo de lo llegar a reconocernos en nosotros mismos.