La vid

Parecen que dormitan, retorcidas,
deformadas sus ramas por la tierra,
traspasadas de sol, en viejos campos,
que, en épocas remotas, por septiembre,
fueron la vid primera en la memoria.
Parecen que dormitan; sin embargo,
crecen y crecen tierra abajo,
afianzando la acechanza continua
de un olvido. Fantasma de la noche
en que la luna su mirada desgarra.
Parecen que dormitan, y no alcanzan
sus toscas ramas por el mediodía;
y la vista reposa en cada hoja.
Más traslúcidas -perlas verderonas-,
ya se asoman prudentes por el sueño.
Parece que dormitan, hasta estallan,
refulgen, aparecen, regresan del verano
y, a pesar del silencio de la tarde,
reclaman y reprochan el olvido
de saberse doradas, licuadas… bendecidas.
Un poema de Inés María Guzmán (residente en Málaga desde tiempo y donde desarrolla su actividad literaria, licenciada en Arte Dramático, docente, Vocal de Poesía del Ateneo de Málaga, autora muy prolífica de más de una treintena de poemarios, además de cuentos, relatos, artículos, y poesía infantil), que presenta la planta trepadora, reconvertida por el hombre en arbusto, cuyo fruto es la uva, comestible y origen del vino y de otras bebidas alcohólicas.
Un cuadro poético de la belleza visual de sus componentes, ramas, hojas y frutos, punto culminante de su desarrollo, en el escenario de su crecimiento -el campo trabajado, el verano, el día y la noche-, el secreto y el misterio de su aparente sequedad y estatismo que acaba en su hermoso fruto.
Un texto que es un reconocimiento hermosamente escrito de la presencia e importancia de este vegetal en nuestra cultura.
Gracias a Inés María por la lectura de su propia poesía.