La vida en juego

Donde pongo la vida pongo el fuego
de mi pasión volcada y sin salida.
Donde tengo el amor, toco la herida.
Donde dejo la fe, me pongo en juego.
 
Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.
Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
no me doy por vencido, y sigo, y juego
 
lo que me queda: un resto de esperanza.
Al siempre va. Mantengo mi postura.
Si sale nunca, la esperanza es muerte.
 
Si sale amor, la primavera avanza.
Pero nunca o amor, mi fe segura:
jamás o llanto, pero mi fe fuerte.

Un poema de Ángel González (poeta español de la Generación del 50. Premio Príncipe de Asturias de las Letras, académico de la RAE) basado en la identificación entre la vida y el juego de apuesta que supone vivir la vida.

El sujeto lírico desde el principio de la composición expone su intimidad personal, -de un modo confesional y de una manera coloquial-, una declaración de principios y una afirmación vital, su voluntad y energía frente a los embates de la vida, sin rendición ni repliegue ante estos.

Un texto amoroso, pero también de gran carga existencial, donde el jugador existencial, ante las oscilaciones de la vida, manifiesta su fe -palabra clave- en sí mismo y en su manera de vivir, su apuesta por la vida.

Cualquier comentario de este soneto palidece ante su enorme calidad lírica; una composición sencilla, pero a la vez compleja, casi conceptista en su visión concreta y abstracta a la vez del proceso del vivir.

Sea como sea, una lección de vida y de poesía.

Gracias, por segunda vez a Flora Sánchez, profesora de LCyLit, por su lectura.

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