UNA NOCHE FRÍA EL FÍSICO EXPLICA que todo se equilibra, excepto las pequeñas pérdidas de calor registradas durante el intercambio de toda información. Anfitrión angélico, aguarda en la puerta y sacude las partículas de nieve de los hombros de los invitados, cada uno agregado específicamente a la función para ser sustraído de las posibilidades más frías de la noche. Einstein afirma en su teoría, entibiando sus alas frente a una hoguera virtual, su fe inflamada por la triste conclusión de que x se debe igualar a más de lo que nunca sabremos creyó que dos naturalezas complementarias —situadas en puntos extremos del universo— pueden intercambiar complementos en un instante sin tiempo. Pero nadie lo ha demostrado; nuestros instrumentos carecen de tiempo y mundo suficientes para comprobar lo angélico de una lógica. Y sin embargo, Einsein lo previó: miro tu mirada a través de la habitación, y en esa mirada conjugamos cada instante en el tiempo presente. A través del espacio exterior intercambiamos las pérdidas involuntarias de calor. Al observarnos ambos desde las alas, otros comen y beben para colmar el silencio que desciende de las nebulosas solitarias hasta desvanecerse en centelleos de conversación y constelaciones de alimento. Pero entre tú y yo, el silencio demuestra que amamos por leyes que no podemos romper ni probar.
Una poesía culta y compleja de William Wadsworth, que se caracteriza sobre todo por el uso de imágenes y disquisiciones -¡Sobre Einstein!- procedentes de la ciencia de la Física (que la mayoría no entendemos).
Y esas imágenes le sirven al poeta para llevarnos a hablar del amor, del encuentro y de la comunicación amorosa, algo tan inefable como las leyes de la Física (para muchos, tanto de una cosa como de otra).
A todo esto, el poeta nos envuelve en una situación de lo más normal; una reunión, un anfitrión, y el amor entre dos que se miran…
Está muy bien enlazada la idea de la falta de explicación para conceptos científicos difíciles, y la falta de lógica para algo tan humano como el amor.