Yo, imperturbable

Yo, imperturbable, descansando en medio de la naturaleza,
señor de todo o señora de todo,
vertical en medio de las cosas inanimadas,
imbuido de ellas, pasivo, receptivo, silencioso como ellas,
encontrando que mi trabajo, pobreza, notoriedad, flaqueza,
crímenes, son menos importantes de lo que yo creía.
 
En el mar mexicano, o en Maniata o en el Tennesse,
o lejos, en el norte o tierra adentro,
ribereño u hombre de los bosques,
o de cualquiera forma de vida campesina en estos Estados,
o en la costa, o en los lagos, o en el Canadá,
yo, dondequiera que viva mi vida,
quiero ser firme ante las contingencias,
quiero arrastrar la noche, las tempestades, el hambre,
lo ridículo, los accidentes, las humillaciones,
como los árboles, como los animales.

Un poema de Walt Whitman donde el yo poético es tema y fundamento.

En la primera parte, el yo se sitúa en el mundo, en un in hoc tempore, donde se hace consciente de su justa posición -mediana y más discreta de la pensada por él mismo- ante todo.

En la segunda parte, el protagonista lírico, haciendo una enumeración de lugares diversos y reconocibles, presenta sus deseos de firmeza ante las contingencias, a la manera de los elementos vivos de la naturaleza.

Una poesía intensa, eufórica, de gran fuerza desiderativa, reflejo, puede ser, de los anhelos de fortaleza -anímica y vital- de todos.

Gracias a Manuel Gil – excompañero de nuestro Centro- por su recitación

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